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Cierre del Seminario de Danzas Afrobrasileras

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Entrevista a King por Paula Picarel

La ancestralidad no está en la piel, está en la sangre

King fue el primer varón que ingresó a la Universidad Federal de Bahía. Fue también el primero en socializar sus investigaciones sobre las danzas de Orixás. En los ambientes artísticos, se lo reconoce como el creador de la danza afro. Sin embargo, él prefiere decir que las danzas no son propiedad ni creación de nadie, al menos en el plano humano. Q! dialogó con él, en el marco de su visita a Buenos Aires.

Raimundo Bispo Dos Santos, “King”, se abrió paso en un mundo que hasta el momento pertenecía a las mujeres: el ambiente académico de la danza en Bahía. Para ese entonces, hacía años que bailaba danzas folklóricas. Un día, alguien descubrió que no sólo bailaba, sino que además lo hacía muy bien. Y le ofrecieron un lugar en la escuela de danzas. Ahí aprendió clásico y danza moderna, entrenó su cuerpo, perfeccionó su técnica. Se convirtió en docente y coreógrafo, y descubrió una metodología de estudio. Así arribó a la creación de un método que hasta el momento no había sido desarrollado. King es autor y creador del primer método específico para bailar esta danza que cada día tiene más fanáticos en nuestro país: la danza afro.

¿Cómo fue el proceso que lo llevó a la creación de un método?
Mi proceso creativo estuvo basado en el estudio de las formas y los movimientos de los Orixás. Miraba los bailes, cómo se movían los Orixás, cómo era el carácter de la danza y luego elaboraba movimientos, ya estilizados, diferentes a los que se veían en las escuelas de danza en aquel entonces. Tanto es así que algunos profesores me decían… “Ud. tiene una forma y un perfil muy fuerte… ¿dónde consigue eso?” Y yo contestaba: “de los Orixás, mi fuente de investigación son los Orixás”. Nadie en Bahía hacía eso, nadie iba al candomblé. Pero yo, a partir de las danzas del candomblé y de las danzas folklóricas y populares brasileñas, mezclé… y el resultado fue la danza afro.

Estamos hablando de la década de los…
Año 72. Del 72 al 75.

Además del estudio de la forma, ¿complementó su trabajo con otras investigaciones?
Yo miraba, cantaba, aprendía los cantos. Pero nunca bailé en las rodas del terreiro. Aprendí mirando, preguntando a la gente que asistía, hablando con los sacerdotes… pero fundamentalmente observando la danza, a partir del estudio de las formas. Además, anteriormente a mis estudios universitarios, tuve una profesora: Emilia Biancadi Ferreira, que además era una importantísima musicóloga. Me enseñó a baliar danzas folklóricas, pero además me enseñó a investigar. Ella fue la primera que me acercó a las danzas de los Orixás. Emilia tenía un grupo, Viva Bahía, al cual pertenecí durante 2 años, cantando y bailando (1963). Luego salí del grupo y continué mi trabajo solo. Los fines de semana iba al candomblé, a varios terreiros, porque cada uno tenía estilos diferentes. Así aprendía de la práctica, de la observación, y también de la lectura. Porque aunque había pocos libros, algo había y yo era un ávido lector.

¿Es Ud. el creador de la danza afro?
No, no me gusta cuado dicen eso de mi. Yo no he inventado nada… yo he creado un método. Eso sí es de mi autoría, el método a través del cual se baila la danza.

¿Cómo es ese método?
Siempre digo que la danza afro se encuentra basada en un método, que tiene una postura determinada. Con gincar (movimiento de rotación de los hombros), con las rodillas algo flexionadas, las caderas en una determinada posición que tiene que ver con la fuerza natural de la gravedad, el torso algo inclinado… Y eso no cambia con la edad, aunque se adapta naturalmente. Si miras a las mujeres de 90 años bailar en el candomblé, podrás encontrar también estas características…

¿Además de la técnica, es necesario aprender sobre el candomblé?
Si, porque cuando hablas de técnica se piensa en la posición del cuerpo y no es sólo eso. El candomblé tiene una técnica para danzar; la danza afro tiene una técnica para danzar, que es la postura de los Orixás; pero no es sólo la postura corporal… ese es un pequeño grano de arena. Pero para fabricar vidrio, por ejemplo, hace falta mucho más que un grano de arena. Hay mucho que pensar y que aprender, además de la técnica en sí.

¿Cómo impactó en la sociedad bahiana esta salida de las danzas, del ámbito religioso al laico?
En relación a la danza afro, la sociedad la acepta. Pero desde la parte religiosa del candomblé, muchos paes y maes de santo no la aceptan. Incluso algunos piensan que yo estoy vendiendo la cultura al turismo, para los gringos, para los blancos… Pero yo dije… no, yo no estoy haciendo eso con la danza de los Orixás. Además yo quiero que la religión se propague, que tenga un lugar en la sociedad. Y creo que contribuí mucho para empezar a producir ese movimiento, porque se empezó a ver algo nuevo, que la sociedad no conocía… que no es lo mismo que pasa actualmente. Ahora el candomblé salió del anonimato, creció, tiene status, es una religión más. Pero antes, las personas del candomblé hacían todo a escondidas, en las periferias de la ciudad.

¿Se enseña danza afro en el ambiente de la universidad de Bahía, o sólo por fuera de ella?
En cualquier parte de Bahía, la danza afro se encuentra completamente difundida. Hay cursos aquí y allá. Sin embargo, para la Universidad Federal la danza afro no existe.

¿Los movimientos que aprenden sus alumnos en las clases, ¿son idénticos a los que pueden observarse en un terreiro de candomblé?
No, son movimientos que creé, que se basan en los movimientos de los Orixás, y que a partir de esos movimientos se pueden –o no- crear otros encima. Pero no son movimientos que me pertenecen, son movimientos de la danza y la danza no es propiedad de nadie.

¿Qué mensaje le daría a todas las personas que de una u otra forma se han acercado a la danza afro?
Nosotros tenemos un don. El candomblé, la ancestralidad, no está aquí en la piel, está en la sangre. La diferencia del hombre no está en su color de piel sino en su carácter. Toda práctica precisa entrenamiento. Entrenar, entrenar, entrenar… pero no para quedar exhaustos, sino para alcanzar la perfección.

Paula Picarel
paupica@gmail.com
Publicado originalmente en
Revista Quilombo Nº 42
Diciembre 2008

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